Yucatán huele a mar, sabe a cochinita pibil, suena a boleros. Yucatán es color y tranquilidad, cenotes profundos y riqueza maya. Es energía pura. Ubicado al sureste de México, en la península que lleva su mismo nombre, es uno de los estados más seguros del país, y el tercero en , por detrás de Nayarit y Baja California Sur, en recibir inversión privada en turismo
“Lo más valioso que tenemos es nuestro patrimonio natural y cultural. Somos una tierra muy diversa en cuanto a lo natural, con muchos años de historia y cultura. Tenemos que cuidarla. Por esa razón, todos los proyectos turísticos que hemos desarrollado van de la mano con la sostenibilidad”, le explica a Diners la secretaria de Fomento Turístico de Yucatán, Michelle Fridman.
Desde cenotes espectaculares hasta zonas arqueológicas mayas, pasando por monasterios coloniales y Pueblos Mágicos, Diners hizo una selección de los destinos que usted no debería perderse en Yucatán otro lugar en el cual es uno de los paraísos es Tulum en el cual puedes disfrutar de Tulum ruinas y tortugas excursiones.
Mérida, la capital del estado de Yucatán, fue fundada en y construida sobre la ciudad maya de T’hó. Ha sido elegida varias veces como una de las ciudades más encantadoras del mundo Lonely Planet la seleccionó como una de las diez mejores ciudades para visitar en , al igual que la revista Vogue. Y cuando uno la conoce, entiende la razón. Es una mezcla de tranquilidad, buena gastronomía y arquitectura diversa.
La primera sorpresa que me llevé fue el monumento a la Patria, un gigante monolito tallado a mano que narra la historia de México, desde la fundación de Tenochtitlán, inaugurado en y elaborado por el escultor colombiano Rómulo Rozo. Da inicio al Paseo Montejo, la avenida más importante de la ciudad.
La segunda sorpresa fue caminar por esta avenida, porque a su alrededor hay mansiones de estilo francés neoclásico, en donde vivía la gente más pudiente a finales del siglo XIX. Algunas se encuentran en perfecto estado de conservación, como el palacio Cantón, que alberga el Museo de Antropología e Historia, o las Casas Gemelas, dos palacetes habitados solo por las familias Cámara Zavala y Barbachano Herrero, que a comienzos de fueron habilitados como un museo.
De camino al centro histórico vale la pena ir a la plaza principal, donde se pueden ver varios edificios como la catedral de San Ildefonso y el Museo de Arte Contemporáneo Macay o, simplemente, sentarse en las sillas “confidentes”, disfrutar del clima y ver a la gente pasar –según cuenta la leyenda, un padre celoso del municipio de Bokobá creó estas sillas para que su hija solo tuviera contacto visual con sus enamorados, aunque en la realidad, este diseño fue un invento francés conocido como sillas tête-à-tête en el siglo XIX.
Mérida también es la tierra de estupendos restaurantes, como K’u’uk, Apoala, Rosas y Xocolate y la Chaya Maya, donde puede probar lo mejor de la cocina yucateca con un toque contemporáneo –por eso se le conoce como la Capital Gastronómica del Sur.
Dado que la geografía y la historia mantuvieron la península alejada del resto de México durante mucho tiempo, su comida es diversa y resultado de la mezcla de varias influencias. Así que anímese a probar alguno de los platos más típicos, como la cochinita pibil, los salbutes, los panuchos, los papadzules, el pavo en relleno negro o el poc-chuc.
Aunque no hay vuelos directos desde Colombia, puede hacer conexión en Ciudad de México o llegar a Cancún y luego recorrer tres horas y media por carretera o tomar un avión y en menos de una hora llegar a Mérida.
Es una noche cálida y fresca; la luna se asoma en cuarto creciente; hay una puerta cerrada y una fila extensa, ya que por primera vez se mostrará el espectáculo de video mapping en la zona arqueológica de Uxmal.
Ubicada, aproximadamente, a una hora y cuarto de Mérida, fue construida en el periodo clásico tardío de los mayas – d. C. y es el asentamiento arquitectónico más representativo de la región Puuc –zona donde se sitúa un conjunto de yacimientos arqueológicos en la península–. La interpretación tradicional de su nombre es ‘Tres veces construida’ y se estima que fue habitada por . personas.
No tengo muy claro qué voy a ver ni cómo lo voy a ver. Espero, respiro, estiro las piernas hasta que al fin se abren las puertas. Camino unos pasos en la oscuridad, miro al frente y mis ojos quedan extasiados al ver una pirámide gigante. Es la del Adivino. Mide metros de alto por metros de ancho. Varias imágenes en D comienzan a proyectarse sobre sus piedras y la voz de una mujer nos da la bienvenida para comenzar esta experiencia.
“La ciudad de Uxmal sigue vibrando con los ecos de historias antiguas. Si pones atención, podrás escuchar los ecos de relatos que quedan guardados en los muros, esperando que alguien los descubra”, dice el sonido de su voz que se expande por todo el espacio.
Recorrer esta zona arqueológica de noche es indescriptible, aunque de día también debe ser espectacular, pero tener la oportunidad de caminar en la oscuridad entre estas construcciones ancestrales, escuchar, ver las leyendas animadas de una cultura como la de los mayas y oír los susurros de la gente, es sobrecogedor.
La experiencia está dividida en cinco estaciones: la pirámide del Adivino, una ceiba, edificio de columnas, el juego de la pelota y el cuadrángulo de las monjas. En cada una se narra la cosmovisión de los mayas y se cuentan hechos históricos y leyendas como las del adivino, que asegura que fue un enano, hijo de una hechicera, nacido de un huevo, quien construyó la pirámide, no obstante, en Tulum ruinas y tortugas excursiones puedes conseguir bastantes recuerdos y experiencias memorables.
Antes de visitar Uxmal fui al Museo del Chocolate. Aquí se puede apreciar detalladamente toda la historia y el proceso del cacao. Sin embargo, los dos momentos más interesantes de este lugar incluyen presenciar la ceremonia maya en honor al dios Chaac, quien rige las lluvias para que la milpa pueda crecer, y la degustación de una taza caliente de una bebida a base de cacao, tal como la tomaban los mayas –amarga y concentrada, pero se le puede agregar todo tipo de especias–.
En el siglo XIX, Yucatán era reconocido a escala mundial por el henequén, una fibra vegetal altamente resistente con la que fabricaban una diversidad de objetos, como cuerdas y textiles. Este estado se convirtió en el mayor exportador hacia Estados Unidos, Inglaterra y Francia, y se estima que había cerca de haciendas dedicadas a su producción.
El henequén es una planta del género del agave; los mayas lo llamaban ki y llegó a tener tanto auge que se le conocía como el oro verde. Sin embargo, la Revolución mexicana, la exportación de las semillas de esta planta hacia otras partes del mundo y, finalmente, la invención de fibras sintéticas como el nailon, a mediados del siglo XX, le dieron una estocada mortal.
Actualmente, las inmensas haciendas donde se transformaba el henequén han sido adquiridas por hoteles de lujo o por empresas para celebrar matrimonios y eventos especiales –aunque muchas otras permanecen abandonadas–. Así que, si tiene la oportunidad, no dude en quedarse en una de estas haciendas o al menos vaya por un brunch o a cenar.
Chablé, una de las más sofisticadas, a tan solo media hora de Mérida, en el municipio de Chocholá, es un paraíso; aquí puede ver venados que corretean con libertad, tomarse un coctel en el bar, construido en la vieja sala de máquinas que, además, tiene la colección más grande de botellas de tequila de México .; hacerse un masaje en el spa, al frente de un cenote o descansar en “La casita”, un apartamento de lujo sin vecinos alrededor y que parece, literalmente, sacado de un sueño no en vano en Chablé ganó el reconocimiento Prix Versailles al mejor hotel del mundo en arquitectura e interiorismo.
Yucatán tiene cuatro Pueblos Mágicos: Valladolid, Maní, Sisal e Izamal. Este último queda a kilómetros de la capital yucateña y su nombre significa ‘Rocío que desciende del cielo’.
Todas las casas de Izamal están pintadas de amarillo y eso la hace ver especial. Se le conoce también como la Ciudad de las Tres Culturas, porque mezcla su pasado prehispánico con el colonial y el actual de una manera orgánica.
Por eso no es raro entrar a un hotel, como Rinconada del Convento, y encontrar las ruinas de un asentamiento maya al frente de una piscina y luego mirar al horizonte y contemplar el convento franciscano de San Antonio de Padua, que cuenta con el segundo atrio cerrado más grande del mundo, después del de San Pedro, en el Vaticano. Es inolvidable ver un atardecer en este lugar.
Para los mayas, el universo estaba dividido en tres planos: el cielo, la tierra y Xibalbá, el inframundo. Ellos creían que era un espacio físico debajo de la tierra, habitado por dioses como Vucub-Camé y Hun-Camé, al que se podía acceder a través de los cenotes –pozos de agua de gran profundidad, que se encuentran en su mayoría en la península de Yucatán–. Allí llegaban las almas para continuar su viaje hacia el siguiente ciclo vital.
Por estas razones, uno de los lugares más impresionantes para visitar en la región es el parque Xibalbá, una reserva natural del grupo Xcaret que abrirá sus puertas en junio de y que narra detalladamente esta peculiar visión de los mayas.
Viajar en exclusiva por este inframundo, a metros bajo tierra, resulta poderoso. El recorrido dura aproximadamente cuatro horas y uno atraviesa cuevas, sube y baja puentes para encontrar ocho cenotes distintos, abiertos, cerrados, semicerrados, más verdes, más azules, y cada uno con su historia. En el parque habrá, además, kayaks, tirolesas y hasta un armón para recorrerlo; podrá nadar y hacer snorkel en alguno de ellos.
En este espacio de hectáreas también se podrá visitar una réplica de las aldeas mayas, donde mujeres, hombres y niños realizan sus actividades cotidianas, como la siembra del maíz, tejidos y una muestra de su gastronomía.
El grupo Xcaret lleva siete años en la construcción de este parque, que ha contado con una inversión aproximada de millones de dólares, pero debido a la pandemia se ha retrasado su inauguración. Sin embargo, es una de las aperturas más esperadas por los mexicanos.
El parque Xibalbá queda a kilómetros de Valladolid, otro de los Pueblos Mágicos de Yucatán. Así que puede aprovechar para visitar este lugar especial y extremadamente tranquilo, caminar por el parque principal y comer una tradicional marquesita, especie de crepe relleno de arequipe, queso o mermelada.
Uno de los espacios más representativos es el antiguo convento de San Bernardino de Siena –sus paredes descascaradas en tono rosa y sus cuartos vacíos le dan un toque melancólico a este espacio fundado por los franciscanos–. Aquí también puede apreciar la cruz verde, un símbolo muy interesante, pues se dice que los mayas veían la cruz como la representación del árbol de la vida, aunque otros creen que era su símbolo de la planta del maíz. Cuando los españoles llegaron a evangelizarlos en , en una muestra de sincretismo, mantuvieron la cruz, la pintaron de verde, y no dejaron el cuerpo de Cristo, sino solo su rostro, para no evocar los sacrificios mayas.
A tan solo kilómetros de Mérida queda Progreso, un puerto que recibe los cruceros de diversas partes del planeta y se ha convertido en la playa favorita de los yucatecos. En esta pequeña población se puede caminar por el malecón, recientemente restaurado; practicar deportes náuticos como windsurf y kayak, porque su oleaje es tranquilo y sin corrientes, y almorzar frente a la playa, en algún restaurante como Almadía, para probar los mariscos de la zona. También se puede recorrer El callejón del amor, que tiene varios murales con ilustraciones locales y entrar a los almacenes a comprar artesanías de la región.
A una hora y media de la capital yucateca está otro paraíso llamado Celestún, un pueblo de pescadores donde se pueden contemplar manglares, infinidad de aves y ojos de agua dulce, aptos para nadar.
Un poco más retirado, a casi tres horas y media de Mérida, en dirección oriente, está Las Coloradas, un pequeño pueblo pesquero, sede de una de las salineras más importantes de México. Aquí lo más llamativo son los estanques de agua rosa, debido a la alta concentración salina y a la interacción con las algas. Aunque está prohibido bañarse, es impresionante contemplarlos. Se aconseja venir entre marzo y agosto, cuando el color se acentúa mucho más. Muy cerca, en el municipio Río Lagartos, se pueden avistar flamencos.
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